Cuando se adapta la visita al Museo a los niños/as. Caso de buenas prácticas: actividad cultural Detective en el Museo.

¿Quién de vosotros a visitado alguna vez un museo? Es una pregunta que a simple vista nos parece muy básica, pero os sorprenderíais al ver las pocas manos levantadas que veo cuando realizó la pregunta y el reto que supone para mí. ¿Por qué? Porque su primera experiencia en un museo conmigo en cierta manera, les marcará a partir de ahora en sus posteriores visitas. Cómo he dicho, ¡es una gran responsabilidad!

A la hora de plantear, crear y realizar una actividad cultural para niños dentro de un museo tenemos que tener algunas cositas claras:

  • Duración de la actividad: como máximo 1:30h. Ellos se cansan más rápido que nosotros y necesitan descansos o ir al baño.
  • Contenido selectivo y adaptado a sus necesidades. Ya lo dice el dicho, «lo breve si bueno, dos veces bueno». Hay que elegir muy bien el tipo de contenido que vamos a ofrecerles y cómo se lo vamos a contar (es muy importante hacer uso de recursos como el storytelling).
  • Curiosidades y juegos de observación. Siempre es buena idea hacerles buscar determinados objetos en los cuadros (siguiendo tus directrices) y explicarles su simbolismo, ya que es una especie de juego que se crea entre tú y ellos. También se pueden aportar pequeños datos curiosos para amenizar la información.
  • Gamificación: aprender jugando y divertirse es posible. Sólo tienes que buscar y crear la mejor historia para involucrar a los niños en la actividad.
  • Didáctica y participación: que los niños sientan que son los protagonistas de la historia y se vean implicados en ella mediante un diálogo bidireccional. Que sepan que les escuchas. También es buena idea siempre aportarles material didáctico relacionado con el contenido o la actividad.
  • Respeto por el patrimonio. Antes de empezar cualquier actividad en las salas expositivas, hay que explicarles ciertas normas de comportamiento dentro de los museos, ya que pueden desconocerlas. Así como concienciarles sobre la importancia de la conservación de los objetos museísticos y de los profesionales que trabajan dentro de la institución.

Teniendo estas cositas más o menos claras, os explico en qué consiste la actividad. Como toda buena historia, esta tiene un principio, un nudo y un final. Visitar un museo no tiene porqué ser aburrido. Y yo misma lo he comprobado en la mi actividad Detective en el Museo. Los niños y sus padres, de forma divertida, diferente y educativa, visitan el museo a través de una historia de detective y ladrones.

Obras falsificadas, robos, mensajes encriptados y un misterio. Todos, niños y adultos, trabajan conjuntamente para resolver la operación «Arte falsificado» y descubrir así las obras falsificadas del Museo y a los auténticos ladrones.

Nada más empezar se les cuenta a los niños conceptos básicos: qué es un museo; su función y se habla de la importancia de estos lugares. También se explican sus normas. Una vez teniendo esto claro, empieza el juego. Como detective privado, les informo de que necesito su ayuda para resolver el misterioso caso de las obras robadas del Museo. Alguien de forma anónima ha enviado una sospechosa carta chivandose de los cuadros que posiblemente han sido robados y que hay que investigar para verificar su autenticidad.

A los niños se les entrega material didáctico: unos cuadernillos con todas las obras que hay que observar y una ficha para ir apuntando ciertos datos. También se leen las 3 misiones que deben de cumplir a lo largo de toda la actividad. Tras estas explicaciones, los pequeños investigadores se ponen manos a la obra y poco a poco van internándose en el maravilloso mundo del arte.

Mientras aprenden conceptos sobre la historia del arte y las historias que hay detrás de los cuadros, intentan buscar las diferencias entre los cuadros falsificados y los reales para ir descubriendo los cuadros robados y los falsificadores que han cometido un crimen. Una de las cosas que más me gusta de la actividad es ver cómo los padres se involucran desde el principio con el juego, ayudando a sus hijos. De esta manera, se crea una experiencia única para la familia al completo.

A medida que se avanza por el museo y se visitan las obras de arte que hay en el dossier, y conocen la dinámica de la actividad, vamos complicando el juego. Además, para añadir un extra, a mitad actividad, deben resolver una pista muy importante, que contiene información crucial de la operación. Un mensaje encriptado de uno de los falsificadores. A los niños les encanta – factor sorpresa y la curiosidad – y a los padres también.

Al finalizar la actividad los niños han descubierto que obras están y cuáles no falsificadas; quienes son los que han robado y cual de entre todos los falsificadores ha sido el chivato del robo.

Y lo mejor es que durante una hora y media han visitado algunas de las principales obras de arte del museo sin aburrirse, ni cansarse. La clave es buscar la fórmula perfecta que combine educación y didáctica. Si lo consigues, la experiencia con ellos habrá valido la pena.

¿Qué ejemplos de buenas prácticas conocéis vosotros? ¿Nos encantaría conocer vuestras opiniones.


En otros posts hemos hablado de cómo visitar museos con los niños:

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