¿Masificación en el Museo? Reflexionando sobre las circulaciones de los visitantes
Hace unos días se puso en contacto conmigo Peio H. Riaño, periodista de El País, para preguntarme, como experta en gestión del patrimonio, acerca de la sala de El Bosco del Museo del Prado. Me comento que la institución cultural iba a reediseñar el espacio para mejor la satisfacción de los visitantes, ya que el espacio era pequeño para tanta afluencia de público, pero que aún estaban en fase de buscar la mejor fórmula. Para conocer su artículo podéis hacer click aquí.
A raíz de lo comentado, Peio H. Riaño me pregunto cual sería el ideal de sala para mí, así como las siguientes preguntas que están a continuación. Algunas respuestas que le di no eran tan largas como aquí (ya me había enrollado mucho en mis explicaciones y me sabía mal…) pero aprovecho aquí para profundizar más sobre el tema. Espero que os resulte interesante.
A tener en cuenta: Hace años que no visito el Museo del Prado. Creo que desde el 2012 por lo menos...y recuerdo que la sala donde se ubicaba el cuadro de El jardín de las delicias, así como otras obras de El Bosco y pintores flamencos como Brueghel el Viejo, ya en aquel entonces sufría cierta saturación de público ante está gran obra de arte. Recuerdo que estaba situada al lado de una puerta de acceso a la sala, así como que justo al lado (o muy cerca) estaba una gran obra de arte que pasaba desapercibida: El triunfo de la muerte, de Brueghel el Viejo, lo cual era una lástima... ¿Qué tendrán las obras de arte que hablan de los pecados, el infierno y la muerte que tanto nos llama la atención? El morbo, sin lugar a dudas... Lo comentó porque igual la sala expositiva ha sufrido modificaciones... no obstante, los textos que hay abajo, son mi ideal de sala y respuestas sobre lo que opinó como gestora cultural sobre el tema de la masificación y otros temas vinculados con estos problemas.

El diseño ideal de sala de El Bosco en el Museo del Prado para mí…
Una sala accesible (físicamente e intelectualmente) para todo tipo de públicos y que cuente con herramientas complementarias que sirvan para aumentar los conocimientos y satisfacción del visitante.
La sala donde se expone el Guernica de Picasso en el Museo Reina Sofía (adjunto imagen – la sala Guernica está donde el punto rojo) creo que es un buen ejemplo: un espacio amplio, a modo de largo pasillo – ideal para el tránsito de la circulación – con una puerta a cada extremo del pasillo (yo la puerta de acceso que hay frente del cuadro la eliminaría o sólo la utilizaría como puerta de evacuación de la sala cuando hay mucha saturación de visitantes) y un espacio intermedio con profundidad donde se dispone la obra. De esta forma hay espacio para la circulación lineal de los visitantes y un espacio amplio para poder observar la obra.
Algo que hay que tener en cuenta son los grupos guiados grandes de visitantes o grupos escolares. Al disponer de un amplio espacio, se causará menos problemas de visualización para los visitantes que van a título individual, y no mediante un grupo guiado. Por otro lado, es preferible tener espacio para que los grupos escolares puedan disponer de espacio para sentarse, ya que no sólo favorece que ellos estén más atentos de las explicaciones (ya que están más cómodos), sino que es también un factor de conservación preventiva. Es más difícil que se acercan mucho a la obra de arte, o incluso que la toquen con sus manos (o hagan el intento), o dañen la obra de arte, si están sentados, que si están de pie. Hay que tener en cuenta que los niños y los adultos tienen comportamientos diferentes, y que los primeros son más dinámicos que los segundos, y exploran y experimentan el arte de una forma distinta.
Otra de las cosas que tendría en cuenta también a la hora de reediseñar una nueva sala para El Bosco, y en concreto para el caso del tríptico de El jardín de las delicias, sería dejar un espacio posterior amplio para poder contemplar el reverso de sus laterales.

A los lados de la obra, en el pasillo (o en otras salas justo al lado) instalaría recursos interactivos y didácticos (las salas o laboratorios experimentales) con información complementaria de la obra (algunas ideas están en la última pregunta).
El Rijksmuseum es un buen ejemplo también. Han creado un espacio arquitectónico interno ideal para evitar la congestión de público en el espacio donde se sitúa su gran obra maestra: La ronda de noche de Rembrandt.

En la imagen del plano se puede observar cómo el acceso principal es a través del espacio coloreado en rosa, y las salas laterales adyacentes a donde está expuesta la obra, son espacios de intermedio, sin obras ni objetos expositivos, para facilitar el flujo de visitantes y evitar los embudos.
Siguiendo con la pregunta de arriba, evitaría, a la hora del diseño espacial interior de la sala, poner la obra maestra cerca de elementos de circulación como:
- Puertas de acceso
- Escaleras
- Ascensores
- Rampas
Otra opción válida sería la de crear espacios multicapa en los que las personas tengan la opción de moverse verticalmente. Es decir, espacios visibles desde diferentes niveles (a modo de balcón, como en la exposición permanente del Museo Guggenheim Bilbao, donde se puede observar la obra La materia del tiempo de Richard Serra desde arriba y desde abajo). Al crear dos espacios abiertos diferentes, los flujos de los visitantes se distribuirán mejor, al tiempo que presenta a los visitantes diferentes perspectivas de la misma obra de arte.
¿Cuáles son las condiciones necesarias para la contemplación de una obra de arte?
La accesibilidad. Democratizar el arte para todo tipo de público (niños, personas de la tercera edad, personas accidentadas, con diversidad funcional…) tanto a nivel espacial (eliminar obstáculos arquitectónicos y procurar una buena circulación), como de contenido (textos, imágenes, recursos interactivos, manipulativos, señalización, maquetas…). Crear equipamientos museísticos accesibles a todos y para todos, para que todo el mundo pueda participar y disfrutar de la experiencia, como por ejemplo materiales tiflológicos, para acercar la cultura a las personas con discapacidades visuales, y así poder conocer mediante el tacto (recreación de pinturas mediante diferentes texturas, maquetas y contenido textual en sistema braille) las colecciones de arte. Este tipo de recursos interactivos los pueden disfrutar todos, y no sólo las personas con discapacidades visuales.
¿Cuándo acabe la accesibilidad y empieza la masificación?

Supongo que cuando no puedes ni acercarte para ver relativamente de cerca una obra de arte, leer la cartela… y la sala está tan llena de gente que parece eso un mercado… En mi propia experiencia, en el momento en que entras en una sala y sólo ves muchas cabezas mirando a un mismo sitio, y es imposible distinguir ni un trocito de la obra expuesta, ya está masificada la sala. Puedes tener paciencia y esperar, o ir a observar otras obras de arte de esa misma sala, u otras salas y volver después, pero obviamente, en ese preciso momento tu nivel de satisfacción baja, y ya tienes ese recuerdo malo para siempre.
Pero hay que matizar dónde está la masificación. La distribución espacial del número de visitantes variará según los objetos museísticos expuestos en las salas, por lo que habrá salas congestionadas y otras prácticamente vacías. Sabemos que los objetos expositivos que tienen más visitas están asociados a un gran interés por parte del público. Pero por otro lado, los objetos expositivos donde los visitantes permanecen durante más tiempo están asociados con un alto nivel de compromiso. Hay que saber también diferenciar entre dos tipos de visitantes:
- Los visitantes de corta estancia: exploran menos salas expositivas, y por consiguiente, menos obras de arte, debido a la limitación de su tiempo para visitar el museo.
- Los visitantes de larga estancia: aunque explorarán más salas expositivas y observarán más obras de arte, como consecuencia a una mayor disponibilidad de tiempo, eso no significa que no prioricen cuáles ver y cuáles no, y lo más importante, durante cuánto tiempo van a disfrutar de una o varias obras en concreto.
Ambos, por lo tanto, más o menos realizarán el mismo recorrido (por ser el más popular, el más difundido por el museo, las Apps, las guías…), y su comportamiento será muy similar, ya que ambos visitarán las grandes obras maestras del museo. Estos recorridos predeterminados por la institución cultural permiten facilitar la visita a los usuarios dentro de su colección, y recorrer así las obras más importantes del museo rápidamente en el menor tiempo posible, eliminando así aquellas obras de menor interés o menos icónicas. Tiene sus ventajas por una parte, pero también sus desventajas, ya que en general, hay cierta desinformación de la exposición permanente de un Museo, y el visitante al no estar bien informado antes de la visita al museo (no hay una preparación pre-museo), no se anima a explorar más salas y objetos de la exhibición por su cuenta. Es decir, que sigue el patrón que le marca el propio museo.
En resumidas cuentas, tenemos dos tipos de visitantes diferentes, que realizan aproximadamente el mismo recorrido y tienen los mismos comportamientos (predispuestos ya por la propia institución), la diferencia radica en gran parte en el tiempo que permanecen los visitantes de larga estanca en una determinada obra de arte. Como hemos comentado antes, los visitantes de largo recorrido aparte de visitar más objetos expositivos, permanecerán durante más tiempo en aquellos que son de su mayor interés, uniéndose así a los visitantes de corto plazo… y es ahí cuando empieza la masificación en algunas salas.
¿Un museo está condenado a morir de éxito?
No creo que un museo esté condenado a morir de éxito. Museos como el Prado, el Louvre, el MoMA, el British Museum, la Galería Uffizi por citar unos ejemplos… por mucha masificación que tengan, siempre van a tener grandes cantidades de público. ¿Por qué? Porque las obras de arte que poseen son únicas y maravillosas, y es normal que todos queramos disfrutar de ellas. No obstante hay que matizar con el término “masificación” o “congestión”. Un museo entero no está masificado desde mi punto de vista, sino que lo están algunas de sus salas expositivas, que suelen ser aquellas donde residen sus grandes obras maestra. Pero seamos claros, no está congestionado todo el edificio.
El problema es que esas salas saturadas de público al final se traducen en una mala experiencia por parte del visitante, ya que al no poder disfrutar y visualizar “esas” obras de arte con tranquilidad (con todo el agobio de gente intentando verlas o incluso hacer una foto) nos quedará el mal recuerdo de la visita al museo de forma generalizada, aunque en otras salas expositivas diferentes sí que hayamos podido disfrutar con calma de sus colecciones pictóricas. Además otro de los efectos negativos de la saturación de algunas salas, que los visitantes, por razones obvias (desconocimiento) no conocen, es la conservación de las obras de arte. Esa contaminación ambiental puede tener efectos perjudiciales o devastadoras para las obras de arte que residen en esas salas masificadas sino se aplican las medidas oportunas.
La pregunta que hay que hacerse es:
¿Cómo evitar ese desbordamiento de los visitantes en un espacio museístico? ¿Y qué soluciones se pueden aplicar para desviar el tráfico de público hacía otros espacios museísticos?
¿Hay alternativas para evitar situaciones como la sala de la Gioconda, en el Louvre, o en el Bosco, en el Prado?
1)Realizar estudios de campos y de los comportamientos de los visitantes para conocer el problema, sus patrones y hallar soluciones eficaces.
2) Controlar los flujos de circulación del público y diseñar y adaptar nuevos recorridos. Ante la gran afluencia de público en algunas salas, tal vez es más eficiente evitar salas con una circulación abierta (con varios accesos, creando circulaciones bidireccionales), que posibilitan diferentes acciones y elecciones de itinerarios por parte de los visitantes, y optar por recorridos unidireccionales (con una sola puerta de acceso, y sin accesos a otras salas de por medio) o circuitos lineales (una puerta de entrada y en el otro extremo, una de salida). Con una circulación controlada/restringida, los visitantes tienen menos opciones de modificar el itinerario en la exposición, y es más fácil regular los patrones de flujo de visitantes, ya que los movimientos de los usuarios están en cierta manera planificados.
De ahí que sea tan importante a la hora de diseñar distribución espacial interior de un museo, así como el de espacio expositivo, ya que los arquitectos, comisarios o museólogos, pueden limitar la circulación de los usuarios y determinar, en parte, la interacción con los objetos expuestos. A grandes rasgos, debemos diferenciar entre dos tipos de circulación:
- Circulación controlada/restringida: los visitantes tienen pocas alternativas o posibilidades de modificar el recorrido por la colección permanente del museo. Al limitar su autoexploración, es más fácil regular y controlar los patrones de flujo, ya que la experiencia del visitante del museo sigue una secuencia planificada.
- Circulación abierta: motiva a los visitantes a variar el recorrido, a tener más opciones y modula patrones de distribución desiguales y diferentes en las exposiciones según el interés del usuario. Ofrecen al público la oportunidad de investigar y explorar el espacio expositivo para obtener una visión general del mismo (se le proporciona al usuario una información visual con sólo un vistazo), circulando tanto a través de los espacios intermedios, como la opción de detenerse en los objetos de la exhibición. Es decir, con la circulación abierta el visitante elige su propio itinerario, y por lo tanto, la opción de cambiar de dirección de una trayectoria de movimiento (por ejemplo, puede regresar en un momento determinado sobre sus pasos y volver a ver de nuevo la misma obra de arte) y variar un comportamiento “predispuesto” o “prefijado”.
Por otro lado, gracias a los estudios de campo sobre los comportamientos de los visitantes en los museos y su circulación dentro de ellos, sabemos que cuanto mayor es el área visual desde otros lugares, al aumentar la cantidad de información visual del visitante, se elimina la necesidad de cambiar de dirección a lo largo del recorrido. Es decir, el visitante, mediante la vista, observa un objeto expositivo atractivo y se dirige hacía él. Elige una ruta predispuesta por dicha visualización, gracias a la abundante información visual que ha obtenido como consecuencia de la distribución espacial del museo (en este caso un área visual amplia en un mismo espacio). Y como consecuencia de esa distribución espacial se crea un patrón de movimiento predispuesto que implica por una parte, salas con un flujo constante de visitantes; y por otro lado que muchas salas no sean exploradas por el público, ya que no son su prioridad, y por lo tanto, no varían el itinerario. En conclusión, todo ello conlleva a menos distribución espacial, menos flujo de visitantes por unas salas, y saturación en otras.
En cambio, si hacemos todo lo contrario, realizamos una distribución interna con una mayor cantidad de áreas invisibles adyacentes (límites físicos/espaciales como las paredes de los pasillos, módulos que delimiten espacios…), se potencia y motiva las variaciones en la dirección del recorrido por parte de los usuarios, lo que en se traduce en un movimiento más distribuido por las salas expositivas, y por tanto, el descubrimiento de nuevas piezas museísticas A los visitantes les gusta descubrir qué hay detrás de las paredes o paneles… crea el factor sorpresa, lo cual se traduce en una respuesta positiva por parte del público. Resumiendo, el factor misterio, la curiosidad, atrae a los visitantes a autoexplorar más espacios/salas y la distribución de los flujos será más variada.
3) Asimismo, conociendo los comportamientos y flujos de los visitantes, se debería de optimizar mejor diferentes opciones de rutas alternativas (crear también nuevos discursos), con el objetivo de sugerir y explorar a los usuarios nuevos recorridos y obras de arte. ¿Cómo? Informándoles o motivándolos mediante la utilización de diferentes recursos didácticos e interactivos. Estos itinerarios alternativos hay que potenciarlos mediante campañas de comunicación y marketing dando a conocer a los usuarios otras grandes obras de arte del Museo, que nada tienen que ver con las ya conocidas con el objetivo de difundir otras obras de arte y artistas diferentes, para segmentar al público y potenciar el cambio de patrones de los visitantes en su recorrido.
4) Por otro lado, leí en un artículo de El País, que Miguel Falomir, director adjunto de Conservación e Investigación del Prado, explicaba que los visitantes en El Jardín de las Delicias consumían más tiempo contemplando sus detalles que en otras obras de arte del Museo del Prado. Está afirmación da que pensar… saben que tiene un problema, estoy segura de que han realizado estudios de campo sobre la movilidad y circulación de los visitantes, y tienen intención de buscar una solución a su problema. Lo cual es perfecto.
Conociendo que la sala donde se ubican las obras de El Bosco, es una de las que mayores afluencia tiene de todo el museo, y que la mayoría de sus visitantes permanecen más tiempo en el cuadro El Jardín de las Delicias, que en otros, desde mi punto de vista, se debe crear, una herramienta o varias herramientas que canalice esos grandes flujos de visitantes hacia otras secciones de la sala. Una especie de “distracción”, que motive al visitante, a no permanecer durante tanto tiempo en un mismo lugar. ¿Cómo? Creando recursos interactivos y didácticos sobre esta obra de arte que proporcionan al visitante la oportunidad de participar y disfrutar del arte de una forma diferente y activa mediante las salas o laboratorios experimentales.
Estos espacios didácticos y educativos, con recursos visuales y de contenido textual, donde los visitantes puedan aprender más datos acerca de la obra de El Jardín de las Delicias, serían un recurso complementario a la obra de arte expuesta. Se pueden crear diferentes recursos o herramientas: paneles expositivos donde se proyecte arte digital (a modo de la exposición van Gogh Alive) de forma inmersiva; paneles expositivos con datos curiosos e información gráfica (muchas imágenes en alta resolución con detalles) con información de la obra; crear una especie de mini cápsulas, a modo de video-guía (o mini documentales de 2-3 minutos de duración) sobre diferentes aspectos artísticos, históricos, técnicos de la obra de arte, de forma que el visitante pueda conocer y disfrutar de primera mano mejor el objeto expositivo; mesas táctiles interactivas con información de diferente índole; o manipulativos para los niños. Al crear todos estos contenido, el visitante puede disfrutar con otros sentidos la obra de El Bosco, de forma diferente y es la distracción perfecta para que los usuarios no permanezcan tanto tiempo delante de la obra expuesta y experimenten con el arte de forma más interactiva.
Y ahora os lanzo a vosotros varias preguntas para saber vuestras expertas opiniones (podéis comentar por aquí o por twitter) y poder debatir al respecto: ¿Cuál sería el ideal de sala para vosotros? ¿Creéis que hay algunos museos/salas están demasiados masificados? ¿Se debe controlar estos accesos para impedir la saturación? ¿Qué soluciones aportarías para evitar la congestión en determinadas salas museísticas?